Gari DeAlda
Willy L´Eplattenier
Willy R. L’Eplattenier (Chaux-de-Fonds, 1953) es un artista plástico suizo actualmente afincado en Granada que trabaja especialmente –aunque no de manera exclusiva- en el terreno pictórico. Su vinculación con la pintura comenzó de niño, disponiendo de todos los materiales necesarios para emprender su andadura en casa de su abuela, viuda de Charles L'Eplattenier (1874-1946), maestro de Le Corbusier -a quien este consideró su “único maestro en la pintura”- y posteriormente casada con otro pintor. Por tanto, desde joven, Willy tuvo la ocasión de experimentar con los materiales y emprender sus dotes artísticas.
A pesar de la complejidad y relatividad de la terminología artística coetánea, la obra de Willy L’Eplattenier puede clasificarse como una deriva experimental del Cubismo. A través de un lenguaje personal, recoge la problemática del arte del siglo XX y la reinterpreta en busca de un arte atemporal. Así, color, forma y materia integran un tándem indesligable, alcanzando cada elemento una relevancia ecuánime en su obra. Esta concepción artística materializa los preceptos de Wassily Kandinsky, que otorga un valor trascendental a la composición, entendida esta como la interacción de los elementos en vías a la expresión interior global de la obra. Es decir, una obra de arte solo puede ser sincera si se produce una concepción armónica de sus elementos, provocando una simbiosis en donde la forma no puede entenderse sin su relación con el color o la materia y viceversa.
Mayoritariamente, la obra de Willy L’Eplattenier se centra en una temática costumbrista cercana a los motivos iconográficos propios del Cubismo; guitarras, botellas y mesas son las protagonistas de su pintura. La morfología de estos objetos ofrece mucho juego a nivel compositivo, permitiéndole experimentar con los volúmenes y la secuenciación de planos. Pero, además, la inclusión de instrumentos musicales y partituras en su relación con los ambientes cotidianos juega con la percepción a medio camino entre la experimentación formal y la sublimación lírica de la cotidianeidad. El paisaje será otro de los temas más recurridos del artista, aunque en ningún caso se
trata de una representación realista de este. A pesar de advertir una mayor figuración en las obras ligadas a esta temática, el artista plasma la necesidad de liberar al arte del naturalismo, sometiendo a la propia naturaleza al dominio del lenguaje experimental de la forma y el color. Así, la descomposición en planos vuelve a alzarse como protagonista de estas obras. Los emplazamientos escogidos, además, destacan por tratarse de paisajes en los que la arquitectura ofrece mayor juego para las formulaciones compositivas, al igual que aquellos artistas del cambio de siglo (Cézanne y Picasso, entre otros) optaron por los pueblos del sur de Francia con pequeños edificios
arquitectónicos. En el caso de L’Eplattenier destaca una serie de cuadros sobre la Alhambra, en los que trata de resaltar los tres motivos típicos nazaríes como elementos predominantes de la obra.